Recuerdo el primer día que tuve que presentarme en los juzgados sola tras sufrir el último episodio de maltrato por parte de mi ex pareja. Tenía tanta ansiedad que no creía que fuera capaz de pronunciar ni una sola palabra ante el juez. La sala de espera estaba llena de escritos por las paredes de mujeres que no habían conseguido la orden de alejamiento, y que a pesar de eso daban apoyo y amor para todas las desconocidas que tuvieran que pasar por esa misma sala, bajo esa misma situación. Leerlas a todas fue lo que más me tranquilizó. Fui una de las pocas que tuvo suerte, me dieron la orden de alejamiento a la espera del juicio, y es entonces donde realmente empezó todo. Cuando conocí a Carla no solo empezó la gestión de un juicio por violencia de género, sino todo un proceso y un despertar en mi que me hizo ser quien ahora soy.